Por: Claudio Navarro 16 noviembre, 2019
Namasté es una de esas palabras dotadas de un mensaje tan hermoso como enriquecedor. Quienes practiquen yoga de forma habitual estarán ya más que habituados a pronunciar esta expresión en el final de la clase. Estamos ante un vocablo originario del sánscrito que goza de una gran trascendencia espiritual en las culturas de Asia… pero ¿qué significa?
La verdad es que existen muchos conceptos que solo cobran sentido en las lenguas que les son originarias. Dadas las complejidades del propio sánscrito, no resulta nada sencillo simbolizar en otro idioma todo ese caleidoscopio de sentidos, imágenes, intenciones y religiosidad contenidos en la palabra namasté. Podríamos decir que tal y como nos revela las propia raíz etimológica, «nam» y «te», la traducción será algo como ‘yo te saludo’ o ‘yo me reverencio ante ti’.
Sin embargo es mucho más. Hay algo divino, hay una connotación ética y bondadosa, existe un velo espiritual y también religioso… Pocas palabras encierran en cada una de sus letras tanto poder.
«Recuerda el énfasis del corazón. La mente vive en la duda y el corazón vive en la confianza. Cuando confías, de repente te centras».
-Osho-
Un origen muy arcaico
Los orígenes de la palabra namasté son muy remotos. Hablamos de la ancestral cultura hindú, inmensamente variada en cuanto a prácticas religiosas, dialectos, tradiciones, etc. Uno de los tantos idiomas que se hablan en la India es el sánscrito, considerado como una lengua sagrada, un idioma casi perfecto según los lingüistas. Su gramática es admirable, y hasta no hace mucho era el vehículo de expresión y comunicación entre líderes religiosos brahmánicos y eruditos.
Además, el término «sánscrito» significa algo así como «perfectamente hecho». Incluso, en algunas partes del sur de Asia, se utiliza namaskar como sinónimo para dirigirse a los mayores.
Los hindúes utilizan la palabra namasté como forma de saludo y despedida. Sirve también para dar gracias, para pedir permiso, para ofrecer respeto…
Raíces etimológicas
Pasemos ahora a adentrarnos en la etimología de esta antigua palabra. Para empezar, hay que decir que como ya hemos señalado al inicio, namasté es una palabra compuesta. El término «namas» significa “saludo” o “reverencia”, y proviene etimológicamente de nam, que quiere decir “postrarse” o “inclinarse”. Por su parte, el sufijo «te» es un pronombre personal, bastante parecido al equivalente en español, por cierto, que significa “a ti”.
Entonces, si juntamos ambos significados, descubrimos que namasté significaría algo así como “Te saludo” o “Te reverencio”. Sin embargo, aquí no se agota el significado de esta palabra…
Los significados de Namasté
Vayamos más allá del aspecto estrictamente semántico de la palabra namasté. Para comprender su significado debemos profundizar en el universo filosófico-espiritual que posee el sánscrito. Veámoslos.
- El término «namas» también puede ser interpretado como “nada mío”. Por tanto, esta palabra vendría a simbolizar también la importancia de dejar a un lado el ego en una actitud de humildad frente al otro. Si este saludo se realiza desde el corazón, se establece una conexión genuina entre las personas. Un aspecto que va más allá de las expectativas y máscaras sociales.
- Cuando pronunciamos la palabra namasté, generalmente la acompañamos de un gesto, un “mudra”. La persona junta las palmas de su manos en forma de rezo y las lleva al centro del pecho, justo al chakra del corazón.
- Esa posición, y según el budismo, nos permite reposar y hacer fluir nuestra energía para estar en armonía con el mundo.
- Hay otro matiz del significado espiritual de esta multifacética palabra. Nos referimos a la creencia de que existe una chispa divina en cada persona. Entonces, cuando la palabra namasté está acompañada del gesto, o mudra, estamos reconociendo la presencia divina en uno mismo en el otro. Si lo expresáramos con palabras, sería algo así como: “La chispa divina que hay en mí reconoce la chispa divina que hay en ti”
Asimismo, hay un componente más atribuido a la palabra namasté. Es ese donde se simboliza que «tú espíritu y el mío son uno». Todos estamos conectados, todos somos parte del universo. Lo que a ti te hace feliz a mí me hace feliz. Lo que a ti te afecta a mí me afecta.
En todos los casos, lo que se trata de transmitir es un saludo o despedida a la otra persona, desde la parte más profunda y espiritual de nuestro ser. Un gesto auténtico y sincero, liberado de todo prejuicio y que surge desde la parte más bondadosa de nosotros hacia las personas con las que nos encontramos.
Namasté y yoga
En las clases de yoga es muy común que la palabra namasté aparezca al final, como una despedida. Sin embargo, lo ideal sería que la práctica se iniciara también en la introducción y preparación como forma de recepción, de acogida donde impregnar en el otro ese sentido de apertura, bondad y recepción sincera.
No obstante, debido a que al final de la clase la mente y el ambiente están más serenos, por lo general, los instructores de yoga prefieren decir este mantra cuando la energía es más propicia. Es decir, cuando estamos más relajados y hemos ejercitado nuestro cuerpo para calmar nuestro espíritu.
Namasté es una forma de honrar a la otra persona, un modo de mostrar respeto y agradecimiento desde la parte más profunda de nuestro ser.
A partir de ahora, querido lector, cuando escuches o digas la palabra namasté, recuerda que, según esta cultura ancestral, estarás participando conscientemente en el proceso de evolución espiritual que esta palabra tan especial busca estimular en tu interior.
Con la pronunciación de esta palabra, acompañada de su particular gesto, transmitirás que tu deseo es favorecer un encuentro real, impregnado de respeto a la otra persona, sea de la raza o edad que sea, ya que namasté solo entiende desde el ser.