Para los sapiosexuales, pocas cosas son más seductoras que una conversación interesante, íntima y enriquecedora. Para esta parte de la población, el deseo sexual va más allá de la piel y del mero aspecto físico, surge de la inteligencia.
La sapiosexualidad ha llegado para quedarse. Muchas agencias y páginas de citas en línea incluyen ya este término como una identidad sexual más. Asimismo, el New York Times nos reveló en el 2014 que una buena parte de nuestra población se excita más por una conversación interesante que por un cuerpo escultural. ¿Está quizá cambiando algo en el lenguaje de nuestra atracción?
En absoluto. La sapiosexualidad se define como esa fascinación por la inteligencia ajena, ahí donde un diálogo interesante constituye un juego sexual entre dos mentes, y donde la palabra, se alza una poderosa arma de seducción. En realidad, la intelectualidad como forma de erotismo no es un fenómeno nuevo; siempre ha existido y fue el propio Platón quien nos habló de ello en el año 380 a. C.
Ahora bien, en la actualidad estamos siendo testigos no solo de su popularidad, sino de varios intentos por dar reconocimiento científico a este término que parece definir a un buen número de personas. Conocer a alguien hábil en los más variados conocimientos, capaz de encender nuestra mente y de despertar esa mezcla entre curiosidad, misterio y admiración erige un juego que va más allá de la piel.
«Los cerebros, como los corazones, van a donde son apreciados».
(Robert McNamara)
La sapiosexualidad: cuando el cerebro es el atributo mássexy de la persona
Hay un tipo de crítica que aparece con mayor frecuencia alrededor del término ‘sapiosexualidad’. Son muchos los que ven en dicho concepto una forma de discriminación y de orgulloso elitismo. Así, la atracción que se crea entre personas de elevada inteligencia deja fuera, supuestamente, a aquellos con un cociente intelectual medio o bajo y, cómo no, a las personas con deficiencias.
Ahora bien, los sapiosexuales señalan que en esta forma de atracción no hay arrogancia alguna. Es más, ese tipo de sexualidad no se despierta solo al estar junto a alguien muy inteligente. En realidad, la sapiosexualidad no va de ‘sabelotodos’, sino de encontrar a alguien con quien el diálogo se convierta en una forma de intimidad, de reflexión, ahí donde conectar emocionalmente a través de la palabra, el conocimiento y la emoción.
Inteligencia y mente como factor de atracción interpersonal, ¿qué hay de cierto?
El New York Times publicó en el 2017 un interesante artículo que recogía el testimonio de varios sapiosexuales. Así, en esta época donde muchas relaciones tienen sus inicios a través de las redes y contactos en línea no faltan los que se sienten frustrados y molestos en el tipo de interacción que se da en dichos escenarios virtuales.
El intercambio de fotos y de conversaciones banales donde ensalzar el valor del aspecto físico supone en muchos casos toda una decepción. Ahora bien, cuando logran dar con alguien capaz de mantener una conversación brillante, que profundiza en aspectos de manera hábil, empática e interesante a la vez, se enciende la atracción y la excitación.
Entonces, ¿realmente puede una personas sentirse atraída sexualmente por alguien solo a través de la conversación? En un estudio llevado a cabo en la Universidad Western de Crawley, Australia, llegaron a la conclusión de que cerca del 8% de jóvenes de entre 18 y 35 años son sapiosexuales. Por otro lado, en páginas de citas como OkCupidseñalan que cada vez es más común en personas de entre 30 y 45 años.
Asimismo, Gilles Gignac, autor de este trabajo, concluyó con el hecho de que, efectivamente, la inteligencia es para algunas personas un factor de atracción sexual. El hombre o la mujer inteligente genera excitación sexual porque en cierto modo nos aleja de los convencionalismos y superficialidad cotidiana, y les atribuimos además cualidades como el respeto, la buena toma de decisiones, la comprensión y el sentido de protección hacia el otro.
Acaríciame el cerebro: la inteligencia es la belleza que va más allá de la piel
Son muchos los que ven con cierto escepticismo el tema de la sapiosexualidad. De algún modo, estos nuevos paradigmas léxicos no dejan de aparecer cada vez con mayor frecuencia. Así, términos, como pluviofilos (afición o amor por la lluvia) o bibliófilos (amor por los libros), son etiquetas recientes que dan nombre a realidades que siempre han existido.
Ahora bien, cuando hablamos de la sapiosexualidad no nos estamos refiriendo a una afición ni tampoco a un tipo de orientación sexual. Especialistas en el tema, como la doctora Debby Herbenick, educadora en salud sexual y profesora de salud pública de la Universidad de Indiana, señala que estamos en realidad ante un tipo de identidad.
Son muchos heterosexuales, homosexuales y bisexuales que se identifican y definen como sapiosexuales. La inteligencia les seduce, les conquista y no consideran el aspecto físico como un factor relevante a la hora de sentirse atraídos sexualmente por alguien. Es cierto que a más de uno le puede parecer engañoso eso de que existan personas a las que no se les vayan los ojos al ver a una mujer o un hombre atractivo.
Los sapiosexuales no son ciegos a la belleza ni reniegan de ella, en absoluto. La única particularidad se halla en que esta, no despierta elevado deseo ni particular fascinación. Es la conversación, es el diálogo y esa palabra que fluye y encandila, que atrapa y que profundiza en las más diversas materias con acierto y elegancia, lo que de verdad seduce y enamora. Acariciar el cerebro en lugar de la piel es para muchos la forma de sexualidad más interesante.