Hoy elijo ser feliz, elijo priorizarme, cuidarme y quererme un poco más, y que las estrellas den luz a ese sendero de mi vida que me queda por transitar, para que todo lo que llegue sea bueno. Elijo ser valiente y saber dar felicidad a los míos.
Nunca es tarde para los buenos propósitos, nunca es tarde para darnos cuenta de que tal vez, merecemos más y que somos nosotros mismos los primeros a los que hay que convencer para coger el timón de nuestra vida, y dar, por qué no, un poco más de aire a nuestras velas para alcanzar la felicidad.
Lo mejor de tu vida siempre es ahora, es esa linea de salida en la cual, arrancar el motor de tus ilusiones, dar aliento a tus cenizas para encender el mejor de los luceros: ese que alumbrará tu camino.
En ocasiones, y casi sin darnos cuenta, las personas postergamos nuestra vida. Nos limitamos «a existir», pero no a vivir. Y no estamos hablando de no poder hacerlo por problemas económicos, hay quien lleva una vida auténtica, plena y feliz teniendo lo mínimo.
Hablamos de esa vida en la cual, uno está en equilibrio consigo mismo y vive desde el corazón, haciendo de verdad lo que ama y rodeándose de personas de las que recibe una auténtica reciprocidad.
Hay veces en que quedamos encallados en salas de espera eterna, aguardando alcanzar nuestro billete para esa vida real y auténtica porque estamos atados a cosas, situaciones o incluso a personas que vetan por completo nuestro crecimiento personal.
Cuando la vida no es vida y es sólo existencia
A lo largo de nuestro ciclo vital pasamos por diferentes etapas donde la felicidad, no siempre está garantizada. Son instantes en que la vida no es vida, es sólo un transcurrir de los días donde quedamos diluidos, donde no hay intensidad, donde no hay ilusión.
Toda ilusión que se pierde es una verdad que no afrontamos, por eso, hoy elijo asumir mi pasado y mis verdades, para permitir que amanezca mi presente con energías renovadas, sin pesadumbres, sin censuras…
Quien se limita a dejarse llevar por la rutina y por las elecciones que otros hacen por ellos, día a día está perdiendo su rumbo. Llegará sin duda un momento en que dejará de conocerse a sí mismo. porque su identidad se habrá deshilachado en un manto frío donde ya no quedará cobijada su autoestima. Donde no quedará nada.
- A veces, son determinadas situaciones las que nos acaban condicionando de tal forma, que ya no nos cuestionamos las cosas. «Sé que mi trabajo no me hace feliz, que vulneran mis derechos, pero al menos tengo un sustento económico. Dejarlo supone un riesgo, y a pesar de que estoy perdiendo mi salud no puedo hacer nada…»
- Otra razón por la cual quedamos encallados y limitados en nuestro crecimiento personal, es por esas parejas afectivas que limitan nuestras aspiraciones, que vetan nuestros espacios, nuestros objetivos, hasta tal modo, que en ocasiones, optamos por dejarnos llevar…
En realidad, son muchas las razones por las que nuestra vida, esa vida auténtica que soñamos para nosotros mismos queda postergada. Puede incluso que seamos nosotros mismos quienes nos cerremos las puertas por indecisión, por miedo a salir de una determinada zona de confort.
Los enemigos de nuestro crecimiento vital y nuestra felicidad no siempre están en el exterior. En ocasiones, nuestros propios pensamientos y atribuciones pueden ser los más peligrosos.