Los hábitos son comportamientos que se repiten en el tiempo. Esta rutina de repetición obedece a un condicionamiento que elegimos consciente o inconscientemente. Notarás que existen hábitos saludables como hacer ejercicio, alimentarse sanamente o leer. Pero también hay hábitos perniciosos y autodestructivos. De este segundo grupo nos ocuparemos en este artículo.
Los hábitos autodestructivos consumen tu energía, afectan tu equilibrio emocional y entorpecen tu bienestar. Estos malos hábitos establecen barreras infranqueables que limitan o te impiden alcanzar tus objetivos. Coartan tu libertad y restringen los linderos de tu felicidad.
“Los malos hábitos es más fácil romperlos que enmendarlos”
-Quintiliano, Marco Fabio-
La única manera de erradicar estas costumbres nefastas es haciéndote consciente de ellas. Probablemente repites esos patrones de pensamiento y de conducta sin darte cuenta. Pero si te observas en detalle, notarás que ahí están y que te hacen daño. A continuación hablaremos de los hábitos autodestructivos más habituales.
1. Uno de los hábitos más nocivos: enfocarte en lo que no tienes
Este suele ser un aspecto que señala el poco valor que le das a lo que tienes. Valorar en exceso lo que los demás tienen y tú no te conduce a la amargura. Lo importante es identificar cuáles son tus necesidades reales e intentar satisfacerlas. Todo lo demás es solo ostentación.
No olvides que esta actitud no solo se aplica a las cosas materiales, como por ejemplo la casa de tu jefe, el auto de tu amigo, etc. También sucede con los bienes inmateriales como, por ejemplo, el éxito de tu vecino, la felicidad de tu colega o la suerte de tu pareja. Todas esas cosas que crees necesitar solo sirven de justificación para postergar tus objetivos.
2. Culpar a los demás
El origen de este mal hábito se encuentra en la inseguridad y el miedo, los cuales te llevan a sacar conclusiones de forma precipitada. No ves la posibilidad de equivocarte y cometer errores como un posible aprendizaje que puede enriquecer tu experiencia.
Te asustan las consecuencias de tus propias decisiones. Por lo tanto, siempre será mejor responsabilizar a los demás de tus fallos. Por ejemplo, cuando incumples una obligación laboral y tu jefe te suspende. Entonces terminas diciendo que él es una persona amargada, que paga contigo su propia infelicidad.
3. Permanecer en la zona de confort
La zona de confort es el lugar donde te sientes seguro, pero solo en apariencia. Permanecer en esta zona te impide desarrollarte y crecer, pues quedas atrapado en un estancamiento emocional. Pierdes la capacidad de arriesgarte y experimentar para encontrar salidas creativas a una misma situación.
Aquí se cumple el adagio popular “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. El ejemplo típico es el de los atascos de tráfico a las horas de más tránsito. Seguro existen rutas alternativas o diferentes formas de movilizarnos para ahorrar tiempo. Sin embargo preferimos continuar ahí, lamentándonos por nuestra mala suerte y repitiendo lo mismo todos los días.
4. Preocuparte por el “qué dirán”
Este hábito es común en personas inseguras, con baja autoestima y que no tienen estructurada su propia identidad. Dedican demasiado tiempo de sus vidas a agradar a los demás y les angustia terriblemente decepcionarlos. No viven para sí mismos, sino para los otros. En la medida que lo hacen construyen su propia infelicidad.
Hay muchos ejemplos de este hábito autodestructivo, que podemos ver en la vida diaria. Como cuando un hijo estudia la profesión que le gusta a su padre y no la que le gusta a él o cuando alguien se viste con algo que le resulta incómodo, pero lo soporta porque “está de moda”.
5. Victimizarte
Todos pasamos por malas experiencias. Algunas nos marcan de manera especial, pero llega el momento en que debes pasar la página y seguir adelante. No podemos seguir pensando en que, porque tuvimos una experiencia dolorosa merecemos un trato especial y diferente a los demás.
Por el contrario, todo lo que no nos hunde, nos fortalece. Estas experiencias son valiosas y nos sirven de referente para no volver a caer en lo mismo. Pero si comienzas a victimizarte, pierdes la oportunidad de fortalecerte. Más bien conviertes los problemas y las quejas en una forma de vida.
6. No dormir bien
Este hábito autodestructivo conlleva perjuicios importantes para tu salud, con efectos negativos tanto físicos como psicológicos. No tener una disciplina de sueño saludable termina por afectar tu rendimiento laboral e intelectual. Pero también incide en tu estado anímico, tu humor y tu salud en general.
Un buen porcentaje de accidentes automovilísticos se producen cuando se conduce por trayectos largos y quien conduce no ha descansado lo suficiente. La falta de sueño también genera pequeños accidentes cotidianos o simplemente indispone anímicamente.
7. Negar los hechos
Este hábito suele aparecer en personas que le temen a la incertidumbre y evitan enfrentarse a situaciones exigentes. La persona se siente incapaz de asumir el reto que implica superar el supuesto fracaso. Su falta de confianza en sí mismos los lleva a buscar excusas permanentemente para evadir sus responsabilidades.
Negar los hechos significa, por ejemplo, no aceptar la edad que tienes. Así, hay gente que quiere seguir siendo muy joven, aunque ya no lo sea tanto. Pueden incluso desarrollar comportamientos adolescentes en ese afán de no sentirse viejos.
Todos estos hábitos destructivos son en realidad relativamente fáciles de erradicar. Cuando te haces consciente de ellos, de seguro, ya no pasan inadvertidos para ti. Solo tienes que observarte y reflexionar acerca del daño que estas costumbres te hacen. Lo demás es una cuestión de voluntad.