Una noche el hada apareció junto al árbol y con nobles palabras le hizo saber que quería verlo hermoso y radiante. Estaba dispuesta a ayudarle para que lo lograra. Entonces le hizo una propuesta. Ella, con su poder, haría un hechizo que duraría 20 años. Durante ese tiempo, el árbol podría sentir lo que siente el corazón humano. Tal vez así lograría emocionarse y quizás volvería a florecer.

El hada agregó que gracias al hechizo podría convertirse tanto en planta como en ser humano, indistintamente, cuando así lo deseara. Sin embargo, si al cabo de los 20 años no lograba recuperar su vitalidad y brillo, moriría inmediatamente.

El encuentro con Sakura

Tal como el hada dijo, el árbol vio que podía convertirse en ser humano y volver a ser un vegetal cuando así lo quería. Probó a quedarse un largo tiempo como hombre, para ver si las emociones humanas le ayudaban en su propósito de florecer. Sin embargo, el comienzo fue una decepción. Por más que buscaba a su alrededor, solo veía odio y guerra. Entonces volvía a ser árbol durante una buena temporada.

Los meses fueron pasando y también los años. El árbol seguía como siempre y no encontraba entre los humanos nada que lo librara de su estado. Sin embargo, una tarde que se convirtió en humano, caminó hasta un arroyo cristalino y allí vio a una hermosa joven. Era Sakura. Impresionado por su belleza, el árbol convertido en humano se acercó a ella.

Sakura fue muy amable con él. Para corresponderle, él le ayudó a cargar el agua hasta su casa, que quedaba cerca. Tuvieron una animada conversación en la que ambos hablaron con tristeza del estado de guerra en el que se encontraba el Japón y con ilusión de grandes sueños.

El milagro del amor

Cuando la muchacha le preguntó cuál era su nombre, al árbol solo se le ocurrió decirle “Yohiro”, que significa “esperanza”. Los dos se hicieron muy amigos. Todos los días se encontraban para conversar, para cantar y para leer poemas y libros de maravillosas historias. Cuanto más conocía a Sakura, más necesidad sentía de estar a su lado. Contaba los minutos para ir a su encuentro.

Un día Yohiro no pudo más y le confesó su amor a Sakura. También le confesó quién era en realidad: un árbol atormentado, que ya pronto iba a morir porque no había logrado florecer. Sakura quedó muy impresionada y guardó silencio. El tiempo pasó y el plazo de los 20 años estaba por cumplirse. Yohiro, que volvió a tomar la forma de árbol, se sentía más triste cada vez.

Una tarde, cuando menos lo esperaba, Sakuro llegó a su lado. Lo abrazó y le dijo que ella lo amaba también. No quería que muriera, no quería que nada malo le pasara. Entonces, el hada apareció de nuevo y le pidió a Sakura que eligiera si quería seguir siendo humana, o fundirse con Yohiro en forma de árbol.

Ella miró a su alrededor y recordó los campos desolados por la guerra. Eligió entonces fundirse para siempre con Yohiro. Y se hizo el milagro. Los dos se convirtieron en uno solo. El árbol entonces, floreció. La palabra Sakura significaba “Flor de cerezo”, pero el árbol no lo sabía. Desde entonces, el amor de ambos perfuma los campos del Japón.

Fuente: La mente es maravillosa